MÉXICO, Infosel, enero. 22.- El protagonismo de la sesión de este jueves recae en la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) la cual atrae la mirada de los mercados ante las expectativas de que el presidente de la institución, Mario Draghi, anuncie un agresivo programa de compra de bonos soberanos de la Zona Euro para luchar contra la espiral deflacionista que está impactando a la región.
Sin embargo, los riesgos de que la acción del BCE decepcione a los mercados por su falta de agresividad, se hacen cada vez más fuertes, mientras algunos de los propios miembros del Consejo del banco central señalan que el mercado no debería tener esperanzas irrealistas para con el banco.
La tóxica política interna de la eurozona y los defectos de diseño en el proyecto de la moneda común podrían hacer difícil para Draghi y sus colegas diseñar una solución convincente al periodo de inestabilidad económica europeo.
La principal razón por la que el BCE podría decepcionar al mercado es por la extensión de la flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés). "La verdadera prueba para el BCE es el tamaño del programa", Dijo Kathy Lien, directora gerente de BK Asset Management.
El BCE tiene que comprometerse a la compra de un billón de euros de bonos soberanos o más. Los inversores ya están cuestionando si los posibles 500 mil mde serán suficientes para sacar a la Zona Euro de su actual periodo de lento crecimiento y baja inflación.
Por otra parte, el BCE podría ceder ante los recelos de Alemania y aceptar que sean los bancos centrales nacionales los que compren la deuda de su país. Para Janet Henry, economista de HSBC, un programa en el que los bancos centrales nacionales compran bonos de su propio país y los mantengan bajo su propio riesgo, probablemente no disminuya la eficacia de la QE, pero corre el riesgo de que los inversionistas tengan una percepción del programa "como una manera de facilitar la ruptura económica de la Zona Euro”.
En concreto, el mayor compromiso para el BCE es dar gusto tanto a sus aliados, como Alemania, como a los participantes del mercado. Una tarea nada fácil cuando se sabe que las posiciones de ambos son claramente opuestas.
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