
Al igual que en las principales bolsas del mundo, los inversores en Wall Street aparcaron este jueves la incertidumbre de los últimos días por la evolución de la segunda economía del mundo y los motivos detrás de su devaluación.
Para unos, un nuevo capítulo de la guerra de divisas. Para otros, la necesidad de las autoridades chinas de poner en marcha medidas más agresivas para impulsar el crecimiento ante el estancamiento de su economía.
Aparcadas, al menos temporalmente, las dudas en torno a China, los inversores en Wall Street volvieron a dirigir su atención a los últimos datos económicos para ver si, efectivamente, la temida subida de los tipos de interés ya es inminente.
Las ventas minoristas ascendieron un 0,6 % en julio, por encima de lo que esperaban los analistas, pero las solicitudes del subsidio de desempleo subieron en 5.000 la semana pasada y se situaron en 274.000, ligeramente más alto de lo previsto.
Una de cal y otra de arena, aunque ya se da por descontado que la Reserva Federal empezará a subir el precio del dinero en su próxima reunión de septiembre, según esperan una inmensa mayoría de expertos y economistas consultados por The Wall Street Journal.
Al final de la jornada bursátil, el Dow Jones de Industriales volvió a cerrar prácticamente plano, esta vez con una subida de menos de cinco puntos, mientras que el selectivov S&P 500 y el Nasdaq cedieron posiciones.