El petróleo ha caído en aguas agitadas después de un período de relativa tranquilidad. En este ambiente, los inversionistas deberían sentirse más seguros a bordo de una superpetrolera como Exxon Mobil que en un esquife.
Las recientes pronunciadas oscilaciones en los precios del petróleo también podrían, al final de cuentas, beneficiar a un país que según la percepción de muchos está jugando un papel central: Arabia Saudita. El petróleo Brent ha caído 22% en tres meses. Al jefe de la OPEP no le entusiasma recibir menos dólares por su mayor exportación. No obstante, la inestabilidad es el enemigo de la planificación. Por lo tanto, si bien las grandes fluctuaciones del petróleo podrían obstaculizar el auge del esquisto en Estados Unidos —contra el cual muchos creían que Riad estaba arremetiendo con sus reducciones de precios esta semana—, el impacto más duradero podría recaer en los grandes proyectos petroleros alrededor del mundo.
La volatilidad mide la amplitud de las oscilaciones de precios en relación a su movimiento promedio a largo plazo. El crudo Brent, en relación a su promedio de los últimos 90 días, experimentó una reducción de la volatilidad anualizada a 5,24% en agosto, el menor nivel en 29 años y mucho más bajo que el promedio de 30 años de aproximadamente 20%. A pesar de la reciente turbulencia, esta medida aún se mantiene en cerca de 8%.
Hay suficiente margen para que esa cifra ascienda. Las últimas tres décadas han visto tres grandes aumentos de la volatilidad en los precios del crudo. Uno ocurrió en la Guerra del Golfo Pérsico, cuando los precios se dispararon y luego cayeron rápidamente. El otro fue el alza y posterior colapso alrededor de la crisis financiera de 2008.
El tercero tuvo lugar a mediados de los años 80, cuando Arabia Saudita dejó de intentar sostener los precios del petróleo con reducciones de su producción e inundó el mercado. A pesar de que un colapso de esa magnitud (el petróleo cayó casi 60% en el primer semestre de 1986 y la volatilidad anualizada trepó a 75%) es improbable en este momento, el eco histórico pone nerviosos a los que apuestan al alza del petróleo. En ese entonces, la competencia en la oferta y los cambios en el consumo del crudo dejaron al descubierto el hecho de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo había perdido su presunto control del mercado, lo que obligó a Arabia Saudita a tomar medidas drásticas.
En el mercado petrolero, la capacidad de Arabia Saudita de apuntalar los precios, mediante el suministro de más o menos barriles a un precio competitivo, es a menudo percibida como la velocidad de la luz en la física: no necesariamente se entiende bien, pero es una constante.
Aun así, Michael Levi del Council on Foreign Relations advirtió hace más de un año que las expectativas de un continuo respaldo por parte de Arabia Saudita eran demasiado optimistas.
La OPEP, como cualquier cartel, luce poderosa cuando la demanda aumenta con fuerza e impulsa los precios. Pero ahora que el crecimiento global se está desacelerando y productores rivales están tomando cuota de mercado, las suposiciones de que Arabia Saudita simplemente recortará la producción para equilibrar la oferta y la demanda son, según las palabras de Levi, “pensamientos mágicos”.
Sin ese respaldo, los mercados petroleros tendrán problemas en mantener su compostura.
Las empresas centradas en exploración y producción, orientadas en gran parte hacia la perforación de esquisto, son las más expuestas. Sus acciones están ligadas al crecimiento de la producción y normalmente invierten más de lo que ganan, y cierran su déficit con préstamos, cubriendo su producción futura y vendiendo acciones. Estas tres medidas se vuelven más difíciles y caras ante la inestabilidad de los precios del crudo.
Sin embargo, hay dos cosas que favorecen la perforación de esquisto en EE.UU.: los cronogramas de desarrollo medidos en semanas y meses en lugar de años, y la infraestructura logística y de servicios existente. Esto significa que los desarrolladores no tienen que invertir enormes cantidades por anticipado basado en las expectativas a largo plazo del petróleo.
Por lo tanto, aunque la volatilidad eleva los riesgos para las acciones de empresas de exploración y producción que operan en EE.UU., su mayor impacto podría sentirse en otros tipos de suministro.
Cuando Goldman Sachs asustó al mercado al reducir su pronóstico de los precios del petróleo el mes pasado, las miradas se centraron en la creciente producción de EE.UU. Sin embargo, casi 40% de las estimaciones del banco del incremento de la oferta no vinculada a la OPEP en los próximos dos años proviene de zonas fuera de EE.UU.
Esto incluye proyectos como pozos en aguas profundas y arenas bituminosas. Además de estas, el crecimiento futuro depende de zonas no explotadas como el sector energético de México y los recursos de esquisto de China. Estos proyectos tienen cronogramas de desarrollo medidos en años y necesidades de inversión por adelantado medidas en cientos de millones o miles de millones de dólares. La incertidumbre en torno a los precios petroleros hace difícil prever retornos a largo plazo.
La mayor volatilidad eleva el riesgo para empresas que invierten en el crecimiento de estas zonas, como Petróleo Brasileiro y los productores enfocados en las arenas petrolíferas de Canadá.
Y estos son exactamente el tipo de competidores que Arabia Saudita puede pasar por alto. Una vez realizadas las inversiones iniciales, muchos de estos proyectos producen petróleo por mucho tiempo y normalmente disfrutan costos corrientes relativamente bajos.
Gigantes como Exxon parecen estar menos expuestos. En un mercado petrolero agitado, uno puede encontrar consuelo en la magnitud.